domingo, 31 de enero de 2010

DIA -1

Con puntualidad británica, a las dos en punto, allí estaban el profesional y su socio, con la carpeta de presupuestos y la cinta métrica. Mientras uno media, el otro me miraba, y sin decirlo me decía: sabes que tengo razón ¿qué esperas? ¡ese muro está pidiendo a gritos que lo tiren abajo!... y no pudo soportarlo mas y me dice: “En hora y media lo tiro” y sonrió.
El compañero dejó de medir y dijo, con su peculiar acento: “Hombre, si quitas este tabique, tu piso parecerá otro”. Yo en realidad pensé que lo que iba a ser otra seria mi cuenta del banco, pero aguanté el quite y le dije: “A ver, ¿que me proponéis?”.
Definitivamente ellos fueron conscientes de que habían conseguido sus propósitos. No daré mas detalles, pero en menos de diez minutos ya nos estábamos dando el apretón de manos: “Mañana empezamos”.
Es tarde, todas aquell@s sembrador@s de buenas ideas que no resultaron ser mas que cizaña, lejos de apoyar mi decisión, tras soltar el consabido “ya lo sabía yo” abrieron en frasco de las esencias con sentencias tales como “no te vas a aburrir, no”, “eso es peor que una mudanza”, las reformas nunca terminan”, “ya verás luego como te quedará el resto del piso...” frases que luego tratan de endulzar con el “...te va a quedar precioso: ¡tienes que invitarnos cuando esté terminado”.
Ocasiones como estas te hacen reencontrarte con la humanidad, sentirte orgulloso de tus amig@s, colegas y compañer@s de trabajo, que lejos de ser como los radares de la guardia civil, están ahí contigo, de pensamiento, palabra y obra ... si, si, de obra, sobre todo de obra...

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